viernes, 17 de octubre de 2008






CON LA PALABRA EN RISTRE


Sin armadura

Porque sepa la muerte con quien ha de medirse
le venderé un escándalo de versos afilados,
irán por su garganta con hálitos de tigre,
soberbios, injuriosos, sangrando entre relámpagos.

En ancas de la pena que hierve en mis confines
le llegará el curriculum de todos mis fracasos,
en los que habita un tiempo de lunas imposibles
segadas en mi vientre, partidas por su abrazo.

Sabrá que voy de frente, con la palabra en ristre
-noval sobreviviente de cada desengaño-
que cuanto digo es letra fraguada en los barriles
del vino fermentado por tantos desencantos.

Porque sepa la muerte con quien ha de medirse
y aprenda de memoria la cal de mi retrato,
de pie y sin armadura -suicida irresistible-
le venderé un escándalo de versos afilados.

*

Aguantadero

Escribo cuando mato, cuando muero
y aborto letanías,
cuando me voy de bruja por el fiero
mercado del dolor, aguantadero
de ajadas utopías.

Y mato y muero cuando voy de caza
con la palabra al hombro,
y en la mochila tiembla una amenaza
de versos rotos que el furor desguaza
ahogando cuanto nombro.

*


Doliente, dolorida

Me dejo estar en una indiferencia
doliente, dolorida.
No duele nada ya, sólo da vueltas
como un compás de lluvia en las gateras
del alma, esta agonía.

Prescindo del espacio, me resumo
plegándome en el aire.
Sin copa ni raíz, soy el enjuto
suspiro de una sombra que depuso
su vocación de cárcel.

Bajo los pies del tiempo se adormecen
los huecos de mi historia,
y en el bostezo frío de lo ausente
derraman fotogramas los ayeres
perdidos en mi boca.

*


Más invierno

Cada vez menos amplia, estrechada en vacíos
corredores de obsesos pensamientos que acechan
como dedos helados, como ansiados castigos
de una culpa amasada con las manos abiertas.

Cada vez menos plástica, recorriendo el instinto
que se niega a la sombra de mi bosque de miedos,
mientras huyo en pedazos como un pájaro herido
que ha trocado sus alas por el beso de un muerto.

Cada vez menos cierta, mujer descapotada,
inmóvil en la bruma fatal del desaliento,
menos brasa encendida, menos lúcida vara,
menos dueña del día, más rumor, más invierno.

*


Deicida


Un suicidio de pájaros corta el aire, la tarde
abre un tajo en el cielo por burlar a la suerte.
¿Por qué habrá tanta vida cuando llega la muerte
con su traje de espinas? Hoy me siento cobarde.

¡Qué liviana es la sombra que proyecta mi herida
eclipsando ilusiones! Llueve harina de cardos
sobre el ácido rostro del verano. Sus dardos
sangran ecos de injuria. Hoy me siento deicida.

*


Cioran

Cioran se ha recostado entre mis libros.
Pulgar bajo el mentón, el dedo roto
sobre la piel quebrada de aforismos.

En los escaques fríos de sus ojos
dos piezas de oratoria se entumecen
cerrando las fronteras del asombro.

Les sienta a los oscuros anaqueles
su oscuridad chamánica (luctuosa
confirmación de un Tanatos relente)

No sé por qué está aquí ¿salió de ronda
a descreer incrédulos o acaso
me quiere convencer de mi derrota?

(Parece desleirse en el retrato
de un yo disfuncional a su desidia
y en ese otro acantonar el asco)

Desde su soledad hasta la mía
un blando entendimiento de humaredas
procura conciliar nuestras desdichas.

Como un collage de sombras su silueta
va articulando un gesto que me invita
a inaugurar un caucus con las letras.

Ya somos dos escribas en la isla
adonde van las lenguas conjuradas
para encerrar el mar de la elegía.

Él abre la escotilla de su alma
y en el papel derrama un pensamiento
de atávico metal hecho palabra.

Yo estiro los demonios de mi invierno
volcando una grafía temeraria
como una insumisión del universo.

La tarde blande estigmas. La balanza
de la escritura cae. Y en los libros
queda la mancha gris de una falacia.

Cioran se va. Discreto. Anochecido.

*


Para qué

Si digo para qué no digo poco
si todo lo que soy allí me cabe:
fracciones de una cuenta al abordaje
del último registro del oprobio.

Si digo para qué digo responso
(la furia se ha perdido, es de cobardes
gritar en la caída sin un pase
para eludir el número ferroso).

Decirlo es desdecirme de etiquetas
que pongan su bijou de utilería
al ego demacrado, nudo estigma
corresponsal de todas mis miserias.

Decirlo es enrocar la carne yerma
por la infusión amarga que me asigna
un puesto preferente en la carlinga
de los que vuelan siempre a ras de pena.

Es empañar el cielo con un friso,
acalambrar el brazo del invierno,
dar por cerrado el antro del recuerdo
para sumar al hoy otro vacío.

Y es desmembrar sin lástima los sueños
que fueron una vez...y que no digo.

*


Polvoriento


Se dice piedra con el llanto helado
mientras degüellas cada sentimiento,
hierática y total, sin que el tormento
desflore tu dolor, desvergonzado.

Se dice carne con el rostro alzado
en un cinismo antiguo como un cuento,
negándole la piel y el linimento
que calme ese desgarro envenenado.

Mi nombre es de la sombra fiel recado,
virtual ceniza oscura, un aspaviento
que truena como un pájaro sediento
con una espina infame en su costado.

Es tanto lo abatido, lo hibernado,
que apenas soy un rastro polvoriento.

*


Calvario

Ya no quiero mirar hacia el futuro,
el humo de sus ruinas me acobarda
y en la trinchera del dolor no tarda
en descargar su látigo seguro.

No me obliguen a ver el largo muro
que ensombrece mis días, la bastarda
serpiente que se enrosca en la mansarda
del pérfido brocal de hueso oscuro.

Mañana ya será. No es necesario,
ver hoy las estaciones del Calvario.

*


Extramuros

Noche de carbón y luna
que llegas con tu decreto
de insolencia, y a ninguna
pena apagas, llevo bruna
la razón y el pecho escueto.

¿Traes rosas de silicio,
clavos negros, rotas alas,
para alimentar el vicio
del ángel mudo al servicio
de un fabricante de balas?

Noche. Noche que me alejas
de las últimas caricias.
Llevo las mejillas viejas
y en los párpados las quejas
como ordenadas milicias.

Noche de cantos morados
piadosamente te nombro,
voy buscando los mercados
donde venden deshonrados
los misterios del asombro.

De tu carbón dame el sueño
que en negritudes me llama,
de la luna dame el leño
mercurial, que tengo dueño
y su altivez me reclama.

Noche de luna y carbón
preñada de claroscuros,
dale luz al corazón
que respira en la prisión
de su dolor, extramuros.

*


Lápida

Lápida de mármol. Una cruz, su nombre.
Detrás de la lápida
féretro de roble.
Y dentro del féretro los restos de un hombre.
El que fue mi padre.
Nada se parece
a llevarle flores.
Nada es la distancia que mi mano rompe
en la paz helada vomitada en bronce.
Queda una caricia
rodando. Sin norte.

*


Extravío

Espejos verticales
de rara simetría
me traen tu figura: mujer clara.
Volando en los umbrales
sembrada de alegría
eras la piel ardiente de una vara.

Me veo entre tu falda
buscando tu sonrisa,
tan ágil se escapaba por tu sombra.
Igual que una esmeralda
que no tuviera prisa
hoy luce en la palabra que te nombra.

Caminas más despacio
sonríes lentamente
olvidas casi todo sin respiro .
Limitas el espacio
que mides en la mente
jugando con la voz de algún suspiro.

Percibo en tu pereza
un mudo desafío
la sórdida amenaza de las horas.
Y temo a esa tibieza
con forma de albedrío
que aleja la rutina en la que escoras.

Qué injusta es esta suerte
de andar como en el aire
sin entender si hay mar o si hay llanura.
Qué amarga es esa muerte
que viene como un fraile
en lenta procesión a la incordura.

*


Negra noche amarga

Qué amarga esta noche...
la letra envolvente me aceita los ojos,
se escapan aprisa
los peces que nadan en los diccionarios
de un estro impasible
durmiendo la siesta bajo los breviarios
y yo grafo drama
mellada de olimpos remuevo despojos.
Olíntica extraña
la del pensamiento cuando abre su espita
y deja que corran
entre los caireles del verso improperios
que chocan, renguean,
empujan pedazos de muerte, adulterios
del vino y la sangre
que se hacen palabra de carne maldita.
Qué negra esta noche...
se muere de negro mi flaco heroísmo,
desciendo hasta el fondo
de todos los fuegos sin cómplices, muda,
la tinta me exige
la víscera inmune, yo sigo desnuda
sin lengua, sin tropos,
bebiendo en el vaso de un gris catecismo.


*


Muerte abajo

La noche baja sus telones
sobre los ásperos gendarmes del fracaso,
que han vaciado las petacas
sin comprender la lucidez de mi parnaso.
Cómo me duelen, cómo sangran
los argumentos del dolor itinerante,
y no hay granito funerario
que me contenga el corazón agonizante.
Qué singladura me ha perdido,
qué duende insomne se ha reído de mis ganas
de incinerar depredaciones
y navegarme en claridades soberanas.
No tengo brújula ni azogue,
a solas voy en mi barcaza carcomida
con la palabra de intrigante
y un alacrán que se alimenta de mi herida.
El sol negrea en un eclipse
encaramado sin piedad a mi garganta,
en sus oscuros paramentos
hay un indicio de demencia que me espanta.
Hasta los remos de la noche
han dimitido por no andar mi apostasía,
y va la muerte, muerte abajo,
y voy rodando eternamente en agonía.

*


Por no pensar

Pienso por no pensar. Voy de soslayo
caracoleando nubes de cemento.
No tengo para qué, por un momento
el no pensar derrapa. Triste ensayo.

Escapo con el verbo hacia mis huesos
-no es la palabra amiga un salvavidas-
me empeño en naufragar en mis heridas,
por no pensar tengo los labios presos.

Bosteza la razón. No hay heroísmo
en este pacto insípido. La mente
ignora el cadavérico excipiente
de un pensamiento negro. Qué estoicismo.

Sigo pensando sin pensar. Clemente,
la realidad me extiende su recibo.
Por no pensar, escribo.


*
___________


II


Guardo de tí

Guardo de tí farolas encendidas
con el aceite hirviendo de tu genio,
el que se fue una vez de cacería
por no servir de paje de los muertos.

Guardo el olor rabioso de tus días
de andar a la intemperie sin un cielo
donde colgar el alma entumecida,
umbroso y demencial con tu silencio.

Guardo tu noche pródiga en sevicias,
la que partió los diques de tu tiempo
urgiéndote a ser hombre, y un estigma
de letra ensangrentada ató a tu verso.

Guardo tu nombre alzado, tu impudicia
para matar de amor, trincar el fuego
o derramarte en sombra, o hacer trizas
tu propio corazón en cualquier reto.

Cómo vivir sin tí, sin tus aristas,
si en tus aristas vive mi deseo.


*

Egouniverso

Mi mano no da y quita, tan sólo toma
lo que le corresponde -justicia rala-
o negocia atrevida con la carcoma
que por la piel del tiempo siempre se asoma
en su ataúd de gala.

Si apuñala es difícil que se equivoque.
Ha matado destiempos, brisas y ríos,
con la audacia certera que da el estoque
cuando lo afila un verso (duro revoque
del corazón beodo de desvaríos).

Mis dedos en tu espalda, raro combate
entre diez impiedades y un muro adverso
a entender la ternura, como un primate
enredado en las venas del disparate
de amar sin dar amor: egouniverso.


*


Un aleluya

Hagamos un ensayo, tú come-dagas
heridoras de antorchas, yo dibujante
de corcheas celestes: pago o me pagas
con la carne de un verso, nada de vagas
retahílas al uso de avieso amante.

Te quitarás el casco y la armadura
con que te has defendido: serán mis dientes
mariposas punzantes en la bravura
de tu instinto, por calles de honda dulzura
me apropiaré de todos tus continentes.

En tus playas oscuras, no habrá coraza
que proteja mi boca, será la tuya
una orca que hambrienta vaya de caza
por la apuesta imposible, una tenaza
en mis labios de roca. Un aleluya.

*


Sin alfileres

Ya se han muerto los ángeles que no nos dimos
y no existe ese cielo que no fue nuestro,
por dividir las aguas y los racimos
de lo tuyo y lo mío. Qué tontos fuimos,
cuánto amor propio, cuánto ego siniestro.

Hemos luchado siempre, dos adversarios
midiéndose en las sombras sus espesores.
El pleito ha terminado, quedan sumarios
de escasa envergadura, los corolarios
de una contienda absurda sin ganadores.

Ya no quiero batallas, te desafío
a que te des oscuro tal como eres.
Iré hacia tí descalza, sin alfileres
en la boca, el orgullo casi vacío.
Tal vez regrese un ángel, desde otro río.


*

Atropos linguae

Llegará una mañana de un mes sin apellido
que llevará tu nombre trenzado con la brisa,
una mañana casta -sin tu voz ni tu risa-
elegida al acaso por un dios engreído
(no habrá prórroga, al punto serás pan de su misa).
Si lo bueno fue malo, será malo algo menos.
Nada dura ni a nada perduramos. Los días
se nos van sin preguntas ni respuestas, tardías
son las cuentas que siempre cerrarán como truenos
con la deuda imposible de pagar. Serán mías
las honduras del canto que ha dejado tu boca
en mi boca afiebrada, tus sentencias de acero,
tus caballos de viento galopando un enero
de ceniza caliente, entre muertos de roca.
Tendrás tanto de mí, que serás prisionero
de humedades y rosas, de aforismos y besos
que te dí, que te dieron lo que fui, lo que fuimos.
Dos llagados atletas barrenando los limos
del amor, dos amantes que salieron ilesos
de sí mismos, del otro, dos suicidas confesos.


*

Desordenada/mente

Cómo decir te quiero
con esta voz de encierro maloliente
si casi no recuerdo
cómo ordenar las letras, si el averno
ruge improperios bajo mi garganta
allí, donde amarrados mis errores
engullen el bocado del abismo
como apagados soles.
Cómo decir te quiero
si me desapoderan veinte años
de andar como una autómata, contando
los días del no amor, de la vergüenza
de ser un maniquí sin sombra, solo
deseada por el no-no más-no quieras.
Cómo decir te quiero
si el miedo de querer me desordena .



Cómo decirte ven, si voy de paso
aunque me quede siempre en mi regreso,
si no tengo lugar para tu sombra
si vivo demandando a los espejos.
Cómo decirte ven, si calcinados
están mis ojos de buscarme dentro
perdiéndome en el vientre del pasado
en donde quema siempre un hijo muerto.
Como decirte voy, si estoy lejana
lejanamente antigua, como un sueño

Cómo decirte espérame, si tengo
la piel acorazada, el vientre frío,
si le he puesto alambrada a mi regazo
y a mis manos dos anclas, si un erizo
duerme en mi cuello hermético a tus ansias
como un guardián oscuro, pervertido.
Cómo decirte abrázame si cargo
la cruz del desamor, si no me animo
a trasponer las puertas del acaso
y entre los dos hay árboles caídos.
Cómo entender tu nombre y en el aire
dejar que llegues como un viento-río,
ponerle estacas al jamás, y en andas
del día a día, ser mujer y trigo.
Cómo decirte estoy, dame tus brazos
si arando en el dolor, segué los míos.

*

No nos digamos nada

Por renombrar las cosas
que viajan por las venas
cuando la noche es otra
prisión de nuestra huella,
tendremos que inventarnos
grafías temerarias,
un nuevo abecedario
con una voz descalza.
Por renombrar el viento
cuando me dices calla
amasaremos cientos
de lunas asustadas,
para decir te quiero
tendremos la sustancia
que al fondo de los sueños
se nos hace palabra.
Para nombrarnos uno
al otro buscaremos
rumores de suburbios,
sonidos del silencio.
Y cuando estemos áridos
-las almas agobiadas-
para decir hastío
no nos digamos nada.


*

Apuesta

Ancha es la mesa que a jugar convida,
de piedra el paño igual que el heroísmo
que a tí te empuja a permutar astillas
por ilusiones mórbidas. No aspiro
a dominar el viento ni los mares
que han confiscado todas mis razones
de amar o desamar. Soy una esquela
sin escribir, un remo sin galeote.
Arriesgas demasiado. Me reclamas
la sangre sin saber de su carisma,
si es agua de fangal o lleva erizos
en su corriente amarga, o es de tiza.
Requieres esas lenguas indomables
que estrían el papel cuando no escribo
o se alzan como bestias desnucadas
-abiertas y sin luz- al verso crístico.
Tomo la apuesta y doblo el desafio...
He de jugar contigo a todo o nada.
Coraje por coraje, sur por norte,
con una condición: quiero tus alas.


*

Falsario

Si tus manos bajaran por mi espalda
como emisarias dulces de tu hombría
y llevaran a cuestas
las olorosas siestas
que dibujaron pétalos de ría
en tu boca y mi falda.
Quizás en esta noche habría estrellas
de fiesta en tu cintura, y mariposas
volando enloquecidas
sobre mis avenidas
buscándote en el quicio de las cosas
más lúcidas y bellas.
Pero no estás, o estás pero blindado
en tu soberbia gris, impunemente
vestido de altruismo
falsario en tu quietismo
de asceta inconmovible. Displiscente
tu corazón manchado.


*

Diana

Tan fría como tú, tan atrevida
cuadriculando el gesto, en un alarde
de indiferencia al ras, por el gaznate
tomo tu encabritada fantasía.
Provócame, provoca con tu risa
mi neuronal instinto, haz que derrame
su sal en tu altivez, mide el coraje
que tienes para amar, luego asesina
al francotirador que te ambiciona.
Apuesta tu impiedad, arriesga el plomo
que aplasta tu desvío, yo respondo
con mi versión de Diana cazadora.


*

Turbulencia

Amanezco de piedra junto a tu llama
-me pregunto en qué noche me habré perdido-
no me baja del tiempo con su barrido
lo que leo en tus párpados: una proclama.

Turbulencia en sordina, mínimo vuelo
de un insecto asustado que desafina,
es tu sombra en mi sombra, pálida espina
que a mis senos pretende ser escalpelo.

Un agobio de sábanas rueda en la grave
necedad de un revuelo de pies cansados,
me voy yendo hacia el fondo de mis pecados
de omisión. De esa puerta tengo la llave.


*

Tocata y fuga


Tu espalda se me ofrece calculadora,
-espera a que claudique mi desencanto-
del otro lado tienes dulce la boca,
marea entre mis labios un vino amargo.

Sobre tus hombros danza una conjura
de ansiedades que sólo llevan mi nombre.
Tú gobiernas el juego: tocata y fuga,
yo procuro que el aire no me devore.


*

Calla


Puedes callar si quieres, ya conozco
el peso y la medida del silencio,
que sin arnés anduve tus alturas
y he respirado el humo de tu averno.

Adéudame la piel, no la palabra
que no develará ningún misterio,
pues del blindaje oscuro de tu boca
he rescatado todos tus secretos.

Adéudame el carbón que entre tus manos
ha dibujado soles en mi cuerpo,
cuando la noche anclaba sus cristales
en las rodillas frías de tu aliento.

No temas, que aunque calles no he de atarme
las alas al confín de los recuerdos
que no me dejen ser, por más que parta
desde el hangar febril de mi destiempo.

__________________

III

Marginal


Eras un montoncito de tristeza mojada
en esa tarde fría,
un sollozo raído te escondía la cara
de fruta ensombrecida.

En tu brazo oloroso de jazmín macilento
una lágrima oscura,
demoraba el atajo hacia el tímido beso
de tu pelo aceituna.

Se burlaban tus manos de la mugre atrevida,
del reproche del viento,
del charquito embreado que marcaba en la esquina
su caótico espejo.

Miniatura de hombre revolviendo el enojo
con narcótica ira.
desplegabas tus alas fracturadas. Qué solo
para tantas heridas.

*

Mujer

Mujer, llevas el canto
atado a la negrura
del tajo que la suerte te ha inferido.
Y es tu delirio tanto
que en una sepultura
quieres hallar la ofrenda de un latido.

Mujer, tienes la boca
trizada por la pena
que arrasa con la magia de los días
de la palabra loca,
vestida de condena,
amante de tus raras utopías.

Mujer, ya no revuelvas
las noches fluorescentes
que alguna vez bebieron de tus senos.
Recorrerás las selvas
por donde, penitentes,
se han ido los ya nunca y nada menos.

Cuida, mujer, las horas
de aquello que te tiene,
entierra en tu jardín toda elegía,
y si no obstante lloras
recuerda que no viene
la paz cuando se seca la alegría.


*

El vendedor de rosas

Andaba entre las mesas
con paso atolondrado
pidiéndole permiso a las baldosas,
vacío de promesas
y el miedo atrincherado
en su camisa azul. Vendía rosas.

Había tanta noche
hirviendo en su mirada
de noche era su piel, y era su boca
como un morado broche
de infancia adulterada
en un rostro flemático, de roca.

Un pálido remiendo
ponía una tranquera
de tímida pobreza a sus rodillas,
y en ese comparendo
de luna y arpillera
medraba una ilusión sin banderillas.

Su voz tiznaba el aire
pidiendo por sus flores
una moneda o dos, y se perdía
en el mudo desaire
del humo y los olores
que hacían del pregón una elegía.

*

Libérrimos

Se vive, se desvive, se aniquila
cuanto no tiene puertas o no nos da su llave,
se escribe un epitafio cada día
para la resistencia (puro alarde).

Se deconstruye el bien, como se estila,
con una copa en ristre que queme la esmerada
contradicción que viene a la deriva
después de copular casi sin ganas.

Se inventan a destajo devociones,
un culto a todo incienso. Uno es tan libre
que mea libertad y en cada lote
de su propia micción abre otras cárceles.

Uno es liberador...y libertario,
libérrimo de andar sin reglas ni almanaques,
y es que resulta fácil y barato:
si se hace un basural otro lo barre.

*

Ojeras

Un par de ojeras para andar descalza
y sin soutien, por palcos y avenidas,
king size para la pena insoportada
de haber amado más y de rodillas.

Ojeras de colgar en el perchero
del íntimo androceo que al palacio
del maxi-amor dejó como un imperio
hundido en la miseria, devastado.

Ojeras de exhibir en galerías
del under, entre anarcos y excipientes
del establishment, sin carnet ni visa,
ungidas como lábaros yacentes.

Ojeras para usar de medio luto
en fiestas de guardar. Para el trasnoche
pintarlas de un azul semi-conjuro
y al levantarse darles piel y nombre.

Ojeras de catálogo, dos sábanas
para invocar al dios de los sufrientes
al fondo del insomnio, y de mañana
desesperar translúcida y sin fiebre.

Ojeras de una faz, tan femeninas...
disparadoras de alas y epitafios,
ojeras-accesorio para escribas
de versos minusválidos.
*


Amargo

Uno maquina atajos y emboscadas,
diseña paragolpes, cierra puertas,
abre respiraderos para el alma,
protege el corazón con sus trincheras.
Uno se piensa, trama, se repiensa
y piensa una vez más (por dis-pensado
no habrá de resbalar) y el descalabro
lo espera igual. En vez del paraíso
encuentra un par de engaños, un suplicio
de sal y decepción, un vino amargo.

*

Si

Si dice ven la piel
si dice quiero el alma,
si la convexidad
del vientre busca alada
el cóncavo secreto
del otro, cuando el alba
descubre el continente
de un hueco entre las sábanas.

Si es, pero es de harina
la luz, si los papeles
se pierden en su estática
-reblandecidos seres-
con un blanco de alcoba
anárquica, sin dientes,
si hay quien deshabilita
la voz de los caireles.

Si dos se han amurado
del brazo pero esquivos
con tachas de contienda,
si son, desde otro río
dos mudos horizontes
lejanos y abatidos
hallándose en los soles
perdiéndose en los limbos

Si el uno se ha llevado
la rosa de los vientos
y el otro en el cuadrante
dibuja sus anhelos,
son dos que van y vienen
sesgados en sus versos,
dos socios imposibles,
dos pájaros hambrientos.

*


Noche de ceniza

La noche es una larga muralla de ceniza...
quién puede atravesarla
sin trocarse en arena
sin volverse de tiza?

En las almenas guarda sus manos el pecado...
¿En qué lugar se ocultan
los jueces que en las sombras
sin leyes lo han juzgado?

Por sótanos de niebla la luna se ha perdido...
¿Qué luces milenarias
le prestarán su traje
cuando se haya dormido?

Hay amores que danzan por las calles del sueño...
¿Es posible que caigan
extenuados de frío
porque no tienen dueño?

En oscuros balcones se repliega el espanto...
¿Por qué ya no lo escoltan
centinelas del odio
que lo han buscado tanto?

Un dios demente vaga por túneles secretos...
¿Adónde irá su rabia
cuando sepa que un duende
robó sus amuletos?

Un príncipe labriego camina hacia el arado.
Al borde de la noche
el alba ya se asoma.
El día se ha anunciado.

*


Todo ha sido

No hay Gólgota que no le ponga precio
de sangre a su escalera hacia la nada,
los huesos del rencor llevan veneno
y en el veneno hay muerte que no paga.

Canáa ya queda lejos, no hay tinajas
y el agua es sólo un vómito del tiempo
que yace derramado entre pirañas.
No habrá milagro, boda ni regreso.

Los nombres, eso es, los nombres viejos
se enredan en el humo de esta noche,
escapan de las lápidas horrendos
como alimañas ciegas en desorden.

Los nombres...son los rótulos de aquellos
profetas que agotaron silogismos,
y hoy vuelven por sus rancios esqueletos
sin otra predicción que su cinismo.


Ya ves. Canáa está lejos y es el vino
una imposible dimensión, un tálamo
ausente, y en la mesa es el olvido
un cómplice ferviente del pecado.

El pozo de Siquem se ha vuelto fango,
el cántaro a sus pies bosteza un frío
de seca devoción. Se escucha el llanto
de Aquél que tuvo sed de lo infinito.

No esperes, ya ni hay cruz ni resurrectos,
ni espinas para honrar, ni sacrificios.
La bruma es nada más que un pensamiento
de turbia soledad. Ya todo ha sido.

*


Estéril

Estaca de cristal
que no echará raíz
arbusto mineral de acero y canto.
Proyecto bajo-astral
sin otra directriz
que la persecución del desencanto.

No hay brote, no hay fervor
en la simiente hostil,
ningún germen de vida en el desierto.
Las voces del sudor
se enfrían. Y el alfil
se pierde en el atajo de lo incierto.

Envuelta en su intuición
la luna busca el mar,
oasis de caótica embestida.
Certera percepción
de un mundo singular
estéril, divorciado de la vida.

*


Sobrevivientes

Sobrevivientes somos de todas las mareas
las que ahogan los sueños y las que en dique seco
nos dejan destripados llorando el embeleco
de amores consumidos en otras chimeneas.

Sobrevivientes duros de dura maestría,
la que se logra haciendo caminos en la piedra
colgados de silencios, mientras la noche medra
con su doliente capa negándonos el día.

Sobrevivientes...rotos...mas todavía vivos
aunque mezquine el aire su mínimo tributo
aunque la sed escalde la boca y ponga luto
en nuestra trashumancia de pájaros lascivos.

Sobrevivientes...locos de desamor...con gana
de transgredir las sombras por rescatar la brida
del alma y sin reproche jugarnos la partida
de ser...de seguir siendo...de una vez más...mañana.




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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Rafaela, me alegra conocer tu blog.
Tienes una poesía excelente.
El poema de José Luis J. Villena es impresionante. ¡Qué bien que lo hayas incluido!
Estaré al tanto de tus publicaciones.
Saludos.
lh

cielo claro dijo...

No puede ser que este blog no tenga el movimiento que has de darle, falta poner todo de todo, me he dado un paseo de delicias leyéndote, exquisito, delicioso, sublime entrar en tu poesía, es tan buena, tan firme, escribes tan maravillosamente bien... vamos sigue, quiero leerte siempre, no nos prives de esta maravilla. Ha sido un oásis exquisito de gran exquisitez pasar por todos y cada uno de tus poemas..... magnífico blog.... ¿sigues?

Carlos dijo...

Evangelio carnal de tus palabras, me quedo en el delirio de tus versos, como quien cuida el alba de las cosas.

Bello, todo muy bello, Rafaela.

Un beso enorme.

Anónimo dijo...

Cada sentimiento cobra altura en tu pluma, leerte es un gozo, tu palabra regala placer.
Regálanos estos versos publicados en papel¡